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martes, 28 de julio de 2015

¿Por qué los niños adoran el azúcar y rechazan las verduras?

¿Por qué los niños adoran el azúcar y rechazan las verduras?
Preferir alimentos dulces y huir de los amargos es parte de la biología básica de los niños, adaptada para la supervivencia

A los bebés y a los niños les encanta el sabor dulce. De hecho, al pensar en azúcar y niños enseguida viene a la cabeza la imagen de Mary Poppins cuando canta a Jane y Michael Banks que "con un poco de azúcar, esa píldora que os dan, pasará mejor". Los dulces también nos gustan a los adultos, pero en la infancia el abanico de sabores es mucho más restrictivo y existe una innata aversión a los sabores amargos. ¿Cómo se explican estas preferencias azucaradas tan claras en los más pequeños? El presente artículo da respuesta a esta cuestión y también a una pregunta que se hacen muchas veces los padres: ¿por qué la mayor parte de los menores no quiere comer verduras?
La doctora Julie Mennella es una de las investigadoras de referencia sobre las preferencias de sabor del ser humano. Ha llevado a cabo decenas de investigaciones sobre esta cuestión. Aunque también se ha especializado en los efectos de la lactancia, del tabaco y del alcohol en la salud, destaca su contribución al conocimiento de los aspectos implicados en el desarrollo del gusto y del olfato. Mennella acaba de publicar, junto a la doctora Nuala K. Bobowski, un trabajo titulado 'La dulzura y la amargura de la infancia: Perspectivas, desde la investigación básica, en relación a las preferencias gustativas'. Su investigación, que se recoge en la revista científica Physiology & Behavior, responde a por qué los niños adoran lo dulce y huyen de los sabores amargos.
Niños: sabores amargos, verduras y venenos
¿Por qué la mayor parte de los pequeños no quieren verdura? La primera explicación, muy conocida en el ámbito científico, es que estos alimentos aportan pocas calorías. Es algo que detecta con gran eficacia el paladar del niño, que prefiere decantarse por otros alimentos más energéticos, que le ayudarán de forma más eficaz en su crecimiento y desarrollo. Pero existe otro motivo más que no se olvidan de mencionar Mennella y Bobowski: su sabor amargo. Los recién nacidos arrugan su nariz, sacuden la cabeza, agitan sus brazos y fruncen el ceño cuando se les expone al sabor amargo. Es un rechazo que disminuye con los años, pero que puede durar, en mayor medida, hasta la mitad de la adolescencia.
El brusco rechazo innato de los bebés al sabor amargo (como el de las verduras, pero también de determinados medicamentos que en ocasiones es imprescindible dar al menor) les protege de la ingestión de venenos, dado que muchos compuestos amargos -aunque no todos- son tóxicos. En la infancia, el riesgo de envenenamiento accidental es mayor (los niños se llevan a la boca casi cualquier cosa a su alcance), lo que explicaría que esta característica sea más notable cuanto más pequeño sea el niño. Mennella y sus colaboradores ampliaron esta cuestión en julio de 2014 en la revista científica PLoS One
Para abordar la llamada "neofobia alimentaria" (rechazo instintivo de los pequeños a determinados alimentos) se suele sugerir que los padres expongan a sus hijos de forma repetida a los alimentos que no quieren, como verduras y hortalizas (siempre sin obligar, presionar, coaccionar o castigar al menor), porque ello puede aumentar las posibilidades de que acaben por aceptar dichos alimentos. Sin embargo, el ya disuelto Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas detalló en un documento de postura que "el rango de exposición es muy amplio: de 11 a ¡90 veces!". De ahí que este grupo propusiera lo siguiente: "La paciencia tiene que ser, por tanto, el punto de referencia". Las posibilidades aumentan si la madre consume más frutas y hortalizas durante el embarazo (el feto se acostumbra a su sabor) y, sin duda, si los padres las ingieren de manera habitual (porque están en el hogar y porque el niño aprende con el ejemplo de sus padres).
La atracción hacia el dulce muestra la biología de los niños
La leche materna, gracias a su contenido en lactosa, tiene un característico sabor dulce. Así, resulta imprescindible que el recién nacido prefiera la leche de su madre a otros alimentos; en caso contrario, moriría de desnutrición. Y así ocurre: los bebés nacen con la capacidad innata no solo de rechazar los sabores amargos, también de detectar y preferir el sabor de la leche materna.
Para las doctoras Mennella y Bobowski, "el gusto del dulce y la aversión a los sabores amargos reflejan la biología básica de los niños". Tener en cuenta esta característica es imprescindible para evitar caer en equívocos, como el de pensar que no es normal que el pequeño no acepte los alimentos que un adulto ha escogido para él.
El sabor dulce, en todo caso, no solo está presente en la leche materna: es uno de los sabores característicos de los alimentos con más calorías. Como las calorías son imprescindibles para que el niño crezca, ello explicaría que la preferencia de los alimentos dulces sea mayor en las etapas de crecimiento y se atenúe cuando finaliza la adolescencia, que coincide con la disminución del desarrollo físico.
Los sabores dulces, como bien decía Mary Poppins, también ayudan a camuflar el amargor de los medicamentos. Es algo importante, dado que cuanto más potente es la actividad de un medicamento, mayor es su sabor amargo, según Mennella y Bobowski. De hecho, el dulzor ejerce incluso un poder analgésico en los bebés. Una revisión de la literatura científica, publicada en enero de 2013 en la prestigiosa revista Cochrane Database of Systematic Reviews, concluyó que es seguro y efectivo dar azúcar a los niños cuando se les realizan procedimientos tales como la punción del talón o la aplicación de inyecciones, ya que ello reduce el dolor de forma significativa.
Aunque el azúcar no es un "veneno", tal y como se profundiza en el blog "Gominolas de petróleo", es preciso saber que el ambiente alimentario que rodea hoy por hoy a menores y adultos, en el que el azúcar abunda en infinidad de alimentos, supone un claro perjuicio para la salud, según se amplía a continuación.
Los niños toman demasiado azúcar
La preferencia por lo dulce y el rechazo a lo amargo forma parte de la biología básica del niño. Sin embargo, en nuestro entorno existe una amplia oferta de alimentos muy dulces pero poco nutritivos (como las bebidas azucaradas o la bollería). Esta característica no ocurre en la naturaleza: tanto la leche materna como la fruta contienen cierta cantidad (nada exagerada) de azúcares, pero a la vez aportan numerosas sustancias protectoras, como inmunoglobulinas, en el caso de la leche materna, o fibra y sustancias fitoquímicas, en la fruta fresca. No obstante, la actual sobreabundancia de alimentos azucarados (eso incluye a la mayoría de cereales para bebés), acompañada de una omnipresente y muy bien diseñada publicidad al servicio de las empresas que los venden, provoca que hoy los niños sean más vulnerables que nunca, dada su clara preferencia hacia los alimentos dulces.
No extraña, por tanto, que el consumo de azúcar de los menores supere con creces las recomendaciones de las organizaciones sanitarias de todo el mundo. El artículo '¿Qué es peor, tomar mucho azúcar o mucha sal?' detalla los riesgos asociados al excesivo consumo de azúcar. Mennella y Bobowski añaden que los bebés o niños que ingieren mayores cantidades de alimentos azucarados tienen una mayor predisposición a consumir tales alimentos años después, algo que incrementará su riesgo de padecer las enfermedades crónicas relacionadas con la elevada ingesta de azúcar.
Para revertir esta situación, las doctoras Mennella y Bobowski sugieren implementar políticas que se traduzcan en una población más y mejor informada. No debemos olvidar que el patrón de alimentación de los padres es decisivo para que sus hijos no solo se familiaricen con el consumo de comida sana, sino también para que tengan un buen ejemplo a seguir, tal y como amplió el texto 'Come sano, tus hijos te observan'.
Azúcar y bebidas 'energéticas'
Buena parte del éxito de las llamadas "bebidas energéticas", cuyo consumo en los pequeños es alarmante, se debe a la elevada cantidad de azúcar que contienen, que enmascara el sabor amargo de la cafeína, intolerable para la mayor parte de niños y adolescentes. Esto genera que los menores tomen demasiado azúcar y también que consuman cafeína, una sustancia que no debería existir en su dieta, dados los numerosos riesgos que ello conlleva. El texto 'Diez perjuicios de las bebidas energéticas en niños' amplió esta cuestión y añadió un dato muy preocupante: casi dos de cada diez menores de diez años consume una media de dos litros de "bebidas energéticas" al mes.


Fuente: EROSKI CONSUMER
Disponible en: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/infancia_y_adolescencia/2015/06/17/222101.php

lunes, 18 de mayo de 2015

El asma y su posible asociación con la alergia al maní

PEDIATRÍA. Conferencia internacional en Denver

El asma y su posible asociación con la alergia al maní.

  • Esta alergia es en EEUU como la del huevo y la leche en España

Cacahuetes
En España, la alergia a los frutos secos es muy poco prevalente. JOSE MARIA PRESAS

  • Ver más
El 80% de los niños asmáticos tiene algún tipo de alergia. Así como en España las más comunes son al polen, al huevo y la leche, en EEUU la preocupación tiene que ver con los cacahuetes, muy presentes en su alimentación. Por este motivo, son varios los equipos científicos que indagan para encontrar posibles casos ocultos detrás de la sintomatología del asma infantil.
En la Conferencia internacional de la Sociedad Torácica Americana que se está celebrando estos días en Denver (Colorado, EEUU), un grupo de investigadores presenta nuevos datos al respecto. Tras analizar a 1.517 niños con asma de una clínica pulmonar pediátrica en el Hospital infantil de la Misericordia en Toledo, Ohio (EEUU), observaron que más de la mitad mostraba sensibilidad al cacahuete (66%). El 44% (665) dio positivo en un análisis de sangre (para detectar los anticuerpos IgE) y el 22% (148) en una prueba cutánea.
Los autores explican, además, que en casi el 50% de los casos, ni estos niños ni sus familias sospechan de dicha alergia. "Los síntomas se camuflan", puntualiza Robert Cohn, uno de los responsables del artículo. "Muchos de los síntomas respiratorios que produce esta alergia pueden parecerse a los que ocasiona el ataque de asma, y viceversa". Por ejemplo: dificultad para respirar, sibilancias y tos. Dadas las semejanzas, "el objetivo de este estudio era evaluar la proporción de niños asmáticos que también demostraban sensibilidad a los cacahuetes", para así poder valorar la pertinencia o no de realizar pruebas de sensibilidad a este fruto seco a los niños con asma.

Sensibilidad no es alergia

Tanto el análisis de sangre como la prueba cutánea informan de que "puede haber una sensibilización. De ahí a que tenga alergia, la diferencia es enorme", puntualiza Silvia Sánchez García, alergóloga del Hospital Niño Jesús de Madrid. Debería ser el alergólogo quien certifique la alergia a través de la prueba de la provocación en la consulta. Por esta razón, conviene interpretar los resultados con "cautela", especialmente en España, donde la prevalencia de alergia a los frutos secos en general es de menos de un 1% y, concretamente al cacahuete es muy rara.
Dados los datos del estudio, de los 1.517 niños, el 11% (163) estaba diagnosticados con seguridad (por historia clínica) de alergia al cacahuete. Ese 66% de los menores que presentaba sensibilidad a este fruto seco "podría no desarrollar la alergía nunca", argumenta la especialista española al comentar este trabajo.
Lo cierto, continúa la alergóloga, es que el 80% de los niños asmáticos tiene algún tipo de alergia, bien a la comida o ambiental. Las más comunes en España son al polen (diferentes tipos en función de la zona geográfica), al huevo, a la leche y al pescado. Teniendo en cuenta el componente alérgico en esta parte de la población y que su asma es más grave, "sí sería recomendable que a los niños asmáticos les viera un alergólogo para ver si tienen alguna alergia que pueda desencadenar una crisis de asma", señala la doctora Sánchez.

Fuente: Diario El Mundo. España. Edición digital
Disponible en: http://www.elmundo.es/salud/2015/05/18/5558ad10e2704e3d628b457d.html

sábado, 18 de abril de 2015

La lactancia materna prolongada aumenta el cociente intelectual a largo plazo

La lactancia materna prolongada mejora el rendimiento escolar, aumenta el cociente intelectual en el adulto y se relaciona con unos ingresos altos en el futuro, según una extensa muestra de miles de bebés brasileños.
El equipo analizó los datos de cerca de 6.000 bebés que nacieron en el año 1982 en el municipio brasileño de Pelotas. De ellos, 3.493 realizaron un test de inteligencia intelectual a los 30 años (Wechsler Adult Intelligence Scale, 3rd version). Los expertos dividieron a los participantes en cinco grupos, basándose en el tiempo en el que habían recibido la lactancia materna y controlaron diez variables sociales y biológicas que pueden contribuir al incremento del cociente intelectual, como ingresos familiares, nivel de escolarización de los padres, genética, edad de la madre y hábito tabáquico durante el embarazo, el peso del bebé y el tipo de parto.
El estudio muestra la primera evidencia de que la lactancia materna durante más de doce meses tiene un gran impacto en el desarrollo cognitivo, efectos que persisten también en la edad adulta. Un niño que reciba lactancia materna un mínimo de un año conseguirá a los 30 años un cociente intelectual mejor (diferencia de 3,76 puntos; IC 95% = 2,20-5,33) y tendrá más años de escolaridad (0,91 años más; IC 95% = 0,42-1,40) y un mejor salario en comparación con los que sólo reciban lactancia materna durante menos de un mes.


Fuente: http://www.neurologia.com/sec/RSS/noticias.php?idNoticia=5078
[Lancet Glob Health 2015]
Victora CG, Horta BL, Loret de Mola C, Quevedo L, Pinheiro RT, Gigante DP, et al.

sábado, 7 de marzo de 2015

Embarazo tras la cirugía de la obesidad: pros y contras

Embarazo tras la cirugía de la obesidad: pros y contras

  • Las mujeres que gestan tras esta intervención tienen menos riesgo de diabetes gestacional

  • Pero también presentan más posibilidades de tener hijos pequeños para su edad

  • Además, se ha observado una posibilidad de incremento de la mortalidad de los bebés

Perfil de una mujer en un avanzado estado de gestación.

Conseguir un embarazo tras una operación de cirugía bariátrica para perder peso tiene pros, pero también contras. Un estudio publicado en The New England Journal of Medicine afirma que las mujeres que gestan tras este tipo de operación tienen menos riesgo de padecer diabetes gestacional y de dar a luz niños con exceso de peso pero, a cambio, aumentan las posibilidades de tener hijos pequeños para su edad gestacional y se observa una posibilidad de incremento de la mortalidad.
Para el jefe de Sección de Endocrinología y Nutrición del Hospital Clínico San Carlos, Miguel Ángel Rubio, esto tiene una clara lectura: ninguna mujer obesa debe someterse a cirugía bariátrica solo por mejorar su pronóstico de embarazo y solo ha de hacerlo si cumple con las indicaciones establecidas para entrar en quirófano: un índice de masa corporal (IMC) de más de 40 (o más de 35 si se acompaña de alguna comorbilidad asociada, como hipertensión), una estabilidad psicológica contrastada, haber intentado previamente perder peso sin éxito con dieta y ejercicio y no presentar otra enfermedad grave al mismo tiempo, como insuficiencia hepática.
Los investigadores dirigidos por Martin Neovious, del Karolinska Institutet de Suecia pretendieron con su trabajo contestar a una pregunta aún no respondida: qué impacto tenía la cirugía de la obesidad en las futuras madres. Para ello, compararon el embarazo de las 670 mujeres en este grupo que habían sido madres entre 2006 y 2011 con el de las 627.000 que habían dado a luz sin haberse operado por no tener necesidad de hacerlo.
Los datos fueron concluyentes. Un 6,8% de pacientes no operadas padeció diabetes gestacional frente al 1,9% de las que sí habían pasado por quirófano. Un 22,4% de las primeras dieron a luz niños grandes para su edad gestacional, frente al 8,6% del segundo grupo pero las cosas cambiaban en el porcentaje de niños de bajo peso para su edad en el vientre: nacieron así un 15,6% de los hijos de obesas operadas frente a un 7,6% del grupo control. El riesgo de dar a luz a un niño muerto o que muriera en el parto fue de 1,7% en el grupo de las operadas frente a un 0,7% en el otro.
Rubio, que acaba de publicar un trabajo similar en la revista Obesity Surgery, reconoce sus resultados en los del estudio sueco. Como en este, su serie de 112 obesas embarazadas tras operarse, tuvieron más niños pequeños para su edad gestacional y menos diabetes de este tipo. Y también se observó una tendencia, no estadísticamente significativa, a un mayor porcentaje de muerte fetal.
Por esta razón, el experto resalta la importancia de operarse "solo si es necesario", aunque destaca la seguridad de la cirugía bariátrica "sobre todo desde que se hace con laparoscopia".
Además, recuerda que los endocrinos recomiendan esperar un año a las mujeres operadas para quedarse embarazadas, algo que no siempre se cumple, muchas veces por descuido de las propias pacientes.

Fuente: Diario ELMUNDO. Edición digital.
Disponible en: http://www.elmundo.es/salud/2015/03/04/54f6112fca47419b398b4573.html

martes, 24 de febrero de 2015

Pescado azul en el embarazo, qué dicen los estudios más recientes

Pescado azul en el embarazo, qué dicen los estudios más recientes

Continúa vigente el mensaje de precaución por la presencia de metales pesados en algunas especies, aunque un estudio sugiere que la riqueza del omega 3 podría equilibrar sus efectos nocivos
  • Por MAITE ZUDAIRE
  • 16 de febrero de 2015
Imagen: halfpoint
Hace unos años, bajo el título 'Embarazo, lactancia e infancia: ¿dieta sin pescado?', EROSKI CONSUMER se hizo eco de un riguroso informe de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN). En él se recomendaba evitar comer algunas especies de pescado azul en ciertas etapas de la vida, como el embarazo, la lactancia y la niñez (hasta los 3 años). En concreto, se señalaba al pez espada, al tiburón, al atún rojo y al lucio, las variedades que, por su gran tamaño, acumulan en sus tejidos metales pesados como el mercurio, incluida su forma más tóxica, el metilmercurio. Pero ¿qué dicen los estudios en la actualidad acerca del consumo de pescado azul en la gestación? Este artículo trata de responder esta pregunta.

Pescado azul y metales pesados

El informe de la AESAN se basaba en el estudio "POUCH" (acrónimo de Pregnancy Outcomes and Community Health), realizado por investigadores de la Universidad de Harvard y de la Universidad Estatal de Míchigan (EE.UU.) en 2006, que también EROSKI CONSUMER reseñó en su día en el artículo 'Exceso de pescado en el embarazo'. Los datos analizados condujeron a los investigadores a la conclusión de que el pescado con altos niveles de metilmercurio comporta una concentración elevada de este contaminante en el metabolismo. Si el consumidor es una mujer gestante, eso puede suponer un alto riesgo de dar a luz de forma prematura. Adelantaba el informe, sin embargo, que eran precisos más estudios que confirmaran o rebatieran la asociación entre ambos hechos. La importancia de la ingesta de omega 3 en el embarazo forzaba conclusiones con máxima evidencia científica.
El último número de The American Journal of Clinical Nutrition recoge un nuevo informe sobre el tema, firmado por investigadores de la Universidad de Rochester Medical Center (Nueva York, EE.UU.) y la Ulster University de Belfast (Reino Unido). Los expertos trabajaron junto el Ministerio de Salud de la República de las Seychelles. Este informe, si bien reincide en la alerta por la presencia de metales pesados en el pescado azul, presenta una nueva tesis: que su riqueza en omega 3 podría compensar sus peligros.

Pescado azul: ¿merece la pena comerlo en el embarazo?

El debate está en los foros de nutrición y salud desde hace años y, por el momento, los mensajes son contradictorios. Por una parte, se recomienda la ingesta de pescado azul por su riqueza en ácidos grasos omega 3, en concreto, el ácido docosahexanoico (DHA), básico para el correcto desarrollo del sistema nervioso central. Pero, por otro lado, se realiza la advertencia de que no hay que excederse en el consumo de este tipo de pescado, a fin de evitar una ingesta excesiva de metilmercurio.
El metilmercurio, la forma en la que el mercurio se halla en los organismos vivos, se acumula en los peces (en especial, en los predadores más grandes, como el atún o el pez espada). Hasta el 95% del metilmercurio se absorbe a través del tracto gastrointestinal al comer pescado. Por lo general, los niveles absorbidos no suponen un riesgo para una persona adulta, pero sí pueden serlo para un feto que aún está en desarrollo. Además del metilmercurio, otros contaminantes que se acumulan en el pescado y que pueden tener efectos en el feto en desarrollo son las dioxinas y los bifenilos policlorados.
La cuestión que se debate todavía en los foros de científicos y dietistas es hasta qué punto las ventajas superan los riesgos de consumir pescado azul en el embarazo.

Embarazo, omega 3 y metales metilmercurio

En la actualidad, la Food and Drug Administration (FDA) recomienda que las mujeres en estado no coman pescado más de dos veces por semana y que este sea de pequeño tamaño. La razón para limitar el consumo se debe a que gran parte del mercurio en el medio ambiente termina en los océanos. Aunque el vínculo entre la ingesta de pescado y los problemas de desarrollo en la infancia nunca se ha demostrado de manera concluyente, los expertos prefieren ser precavidos. Sin embargo, sí que está demostrado el beneficio de los ácidos grasos para el desarrollo del cerebro y de los ojos, unos ácidos grasos que se encuentran con gran riqueza en el pescado azul.
Hasta que el gran objetivo de vaciar los mares de minerales pesados se consiga, los esfuerzos se centran en definir y cuantificar la verdadera relación entre nutrientes y el mercurio de los peces. Esta es una asociación mucho más compleja de lo que se había apreciado hasta ahora, pues podría haber un equilibrio entre las diferentes propiedades antiinflamatorias de los ácidos grasos (que promueven el desarrollo del feto) que logran neutralizar el metilmercurio. Así, al menos, lo adelanta el estudio conjunto de la universidad neoyorkina de Rochester Medical Center, la Universidad de Ulster y el Ministerio de Salud de la República de Seychelles.

El estudio: 20 años para analizar el impacto del pescado azul en la dieta

La investigación se prolongó durante 20 años para analizar la incidencia del mercurio en el desarrollo de la población. La sociedad de las islas es eminentemente ictiófaga, por lo que se consideró un lugar idóneo para la medición del impacto de salud pública de mercurio y su exposición durante un largo periodo.
Participaron más de 1.500 madres y bebés. El desarrollo de los niños se evaluó a través de una variedad de habilidades de comunicación, de comportamiento y pruebas motoras. Las pruebas comenzaron a los 20 meses después del nacimiento y los menores fueron seguidos hasta sus 20 años. Las muestras de pelo también se obtuvieron de las madres mientras estaban embarazadas, por lo que el equipo pudo medir los niveles de exposición al mercurio prenatal.
Como los niños fueron seguidos hasta la edad adulta, se estableció que no hubo asociación entre el consumo de pescado de las madres gestantes y el desarrollo neurológico deteriorado en su descendencia. También se midieron los niveles de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) en las mujeres durante el embarazo. Los investigadores hallaron que los pequeños de madres con niveles más altos de ácidos omega 3 (que se encuentra en el pescado) se desempeñaron mejor en algunas pruebas.
Todavía es pronto para conclusiones definitivas pues, tal y como se anunció hace décadas, son necesarios varios estudios, con poblaciones diferentes, en situaciones distintas y con dietas autóctonas, para refrendar la hipótesis de que si bien el metilmercurio es perjudicial, la propia riqueza natural de omega 3 lo neutraliza. Por el momento, esta es la tesis que se persigue probar de manera definitiva.

La importancia del omega 3 en el embarazo

Los ácidos grasos omega 3 son esenciales para el crecimiento y el desarrollo humano, ya que están presentes en las membranas celulares. El aporte de DHA (omega 3) durante el embarazo, la lactancia y la primera infancia se revela clave tanto para el correcto desarrollo de la visión como del tejido neuronal cerebral del niño. El DHA es un ácido graso que desempeña un rol estructural y funcional en el cerebro y en la retina. La principal fuente dietética de la EPA y DHA, ambos omega 3 con efecto antiinflamatorio, son los peces marinos (en concreto, los azules). De ahí la importancia de determinar la impronta de mercurio ante la capacidad neutralizadora de los ácidos.

Fuente: Eroski Consumer
Disponible en:
http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/aprender_a_comer_bien/embarazo_y_lactancia/2015/02/16/221492.php